El Internet de las cosas o la peligrosa digitalización mundial

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El mundo tal y como se conoce en la actualidad, a nivel doméstico y profesional, cambiará con la hiperconexión masiva que se avecina mediante el Internet de las cosas o Internet de los objetos (IoT, por su sigla en inglés).

Según expertos esa nueva revolución tecnológica se encuentra a la vuelta de la esquina, por lo que ya se preparan con avidez las grandes empresas operadoras de las comunicaciones, compañías de diversos sectores industriales y fabricantes de dispositivos de acceso y de red.

El nuevo concepto, desarrollado en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, en Estados Unidos, posibilita dotar a todos los objetos electrónicos- cafeteras, refrigeradores, autos, equipos médicos- de una dirección IP (Internet Protocol) para que compartan información en la plataforma digital.

A partir del 2020, casi 50 mil millones dispositivos, estarán conectados de esa manera a la red con el fin de proporcionar a los ciudadanos servicios y aplicaciones inteligentes sin precedentes.

Actualmente solo un uno por ciento está en la red, pero con el internet de las cosas, bastará con integrar un chip de pocos milímetros en cualquier objeto del hogar, del trabajo o de la ciudad para procesar y transmitir datos constantemente.

Como estructura de conectividad fiable, veloz y que resista el aluvión de dispositivos en la nube, fue presentada la red 5 G, que comenzará a desplegarse en el 2018 y funcionará comercialmente a partir del 2020.

La presente está en fase de desarrollo y promete la reducción del retardo de las comunicaciones, un aumento del caudal de transferencia de datos y la mejora de cobertura, afirmaron representantes de la empresa sueca Ericsson y la china Huawei, a cargo del proyecto.

Además de las grandes operadoras y los fabricantes de dispositivos de acceso a la red, hay gran expectativa en el sector industrial sobre el alcance y posibilidades del internet de los objetos.

Atari, la productora de videojuegos, anunció que regresará para fabricar dispositivos destinados al IoT y no con una consola retro.

Mientras que en la reciente feria tecnológica Computex 2016 de Taipei, la compañía ACER de Taiwán dotó de aplicaciones inteligentes a los consumidores, que con su propia nube de internet crearon y programaron recetas, rastrear las actividades de sus seres queridos.

Según Wall Street Journal, Samsung, de Corea del Sur, invertirá mil 200 millones de dólares durante los próximos cuatro años para mejorar la tecnología y el poder de cómputo para el internet de las cosas.

La organización aseguró que lo hará por medio de investigación y desarrollo interno y la adquisición de otras compañías.

El lado oscuro 

Para los impulsores de la comercialización del Iot, sus beneficios son muy claros: una vida más cómoda para el hombre y eficientemente gestionada.

La IoT contribuirá a pronosticar mejor el tiempo, prevenir y luchar contra las enfermedades y reducir el gasto energético.

También tendrá un rol importante en alertar sobre catástrofes naturales y cooperará con la seguridad pública, la educación, el comercio, la economía y las finanzas.

Sin embargo, los detractores advierten sobre el peligro de la rápida evolución de la tecnología, pues consideran que sobrepasa la capacidad de los usuarios para asumir los avances y la de protegerse ante las potenciales amenazas.

Entre las vulnerabilidades críticas de la tecnología, destacan la inseguridad informática y la amenaza a la privacidad.

Recientemente el fabricante de autos Fiat Chrysler, debió retirar del mercado más de un millón de vehículos para revisar su software, luego que un pirata informático hackeara uno de los autos, en plena prueba.

Asimismo, recordaron cuando se descubrió que los smar-TV de Samsung escuchaban y trasmitían las conversaciones a terceros, sin autorización.

Cierto es que el futuro se torna interesante y para los expertos, el mayor peligro del desarrollo casi desatinado de esa tecnología es que casi nadie está preparado para enfrentar sus desafíos.

Redacción de Ciencia y técnica de Prensa Latina.

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